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Un Corte de Altura

Hace unas semanas, los niños del Cerro Corona experimentaron una agradable sorpresa que dejó una huella imborrable en sus corazones. Dos cosmetólogas voluntarias se unieron a "La Canasta de Amistad" con un amoroso y desinteresado propósito: brindar ayuda a los niños de la zona a través de cortes de cabello gratuitos.

En total, 27 niños tuvieron la fortuna de ser beneficiados en esta ocasión. La mayoría de ellos no había tenido la oportunidad de cortarse el cabello desde que comenzó la cuarentena. Sus padres, profundamente agradecidos, se sorprendieron al ver a sus pequeños luciendo un nuevo look. Fue una transformación que trascendió lo físico, elevando la autoestima y la confianza de estos niños llenos de esperanza.

El escenario elegido para este acto de generosidad fue verdaderamente excepcional. Los cortes de cabello se llevaron a cabo en la cima del Cerro Corona, al aire libre, brindando una vista envidiable. No es todos los días que se puede disfrutar de una experiencia tan especial. Además, el clima bendecido por Dios fue óptimo, ni frío ni calor, lo que permitió realizar los cortes sin ningún inconveniente.

Fue necesario hacer algunos esfuerzos previos para acondicionar el lugar. Se extendieron cables eléctricos y se niveló el terreno para improvisar bancas en este singular "Salón de Corte Callejero". Sin embargo, al final del día, el objetivo se cumplió con creces: arrancar una sonrisa en el rostro de estos niños.

La belleza de este acto va más allá de lo evidente. Las cosmetólogas voluntarias no solo embellecieron el cabello de los niños, sino que les recordaron el valor de la solidaridad y la bondad humana. A través de sus manos expertas, transmitieron amor y atención, y demostraron que un simple gesto puede marcar una gran diferencia en la vida de aquellos que más lo necesitan.

La gratitud llenó el ambiente. Tanto los niños como sus familias expresaron su profundo agradecimiento por este acto de generosidad. En los ojos brillantes de los pequeños y en las sonrisas radiantes de los padres se reflejaba la alegría y la emoción que se desbordaba en sus corazones.

Estos momentos especiales nos recuerdan la importancia de unirnos como comunidad y apoyarnos mutuamente en los tiempos difíciles. Nos enseñan que, a través de pequeñas acciones, podemos hacer una gran diferencia en la vida de los demás. Además, nos invitan a valorar los dones y talentos que cada persona puede ofrecer para el beneficio de los demás.

Desde La Canasta de Amistad, agradecemos profundamente a las cosmetólogas voluntarias por su dedicación y generosidad. Su amor desinteresado dejó una marca imborrable en la vida de estos niños y en nuestras propias almas. Continuaremos trabajando juntos, uniendo nuestras fuerzas para llevar esperanza y felicidad a quienes más lo necesitan. Porque cada gesto de amor cuenta y puede cambiar el mundo de alguien.



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